Los vinos para la elaboración del cava se seleccionan con gran cuidado y se someten a una crianza mínima de cuatro años. A partir de los dieciocho meses, el enólogo aplica periódicamente una técnica que consiste en un simple movimiento de rotación de cada botella con el objetivo de homogeneizar las capas de levaduras (las madres del vino) repartidas en el interior. Este movimiento pone en suspensión las levaduras y da como resultado un producto de un bouquet elegante, persistente en boca, sedoso, suave, meloso, de gran cuerpo. Los aromas terciarios de envejecimiento dominan junto con los de las variedades, y, entre ellas, el chardonay le confiere el característico aroma tostado y de frutos secos. La coloración es dorada, de un tono subido, como corresponde a los vinos evolucionados de base.

Servicio: Se aconseja servirlo en copas altas de tipo flauta o tulipán, a una temperatura entre los 6 ºC y los 8 ºC,

y conservarlo en una cubitera durante su consumo.

Conservación: En posición vertical en lugares frescos y no demasiado secos.

Gastronomía: Aconsejable maridar con pescados y mariscos, arroces, pastas, carnes blancas y ligeras, incluso con guisos de consistencia ligera o media.